La práctica de mensajear tiene sus reglas. No puedes enviar ese saludo de «buenos días, amor», si lo conociste anoche.
¡Un solo texto puede hacer que él salga corriendo o muerda un anzuelo irresistible!
Por eso, según Mike Masters, autor del libro Text Appeal for Girls, hay cuatro reglas para intercambiar mensajes con ellos y no perderse en el juego:
1. Tener paciencia
Controla esa terrible incertidumbre cuando mandes un mensaje y pasan las horas y ¡él no se digna a contestar!
Perder la cabeza en este punto puede provocarte una pelea con tu chico o alejar al que apenas estás conociendo.
«Para ganar necesitas mostrar cierta automoderación y entender que tal vez él no le dé el mismo peso e importancia que tú le das a ese texto», dice Masters.
Lo recomendable es esperar y no armar una gran escena porque no contestó.
Si es tu chico se pondrá en contacto contigo y te explicará por qué no escribió antes y si es sólo aquel galán que conociste el viernes, entonces abstente de mandarle otro texto hasta que te responda.
2. Toma el control
Masters dice que es mejor no enviarle mensajes a menos que él lo haga.
Si eres de las que después de la cena le quieres enviar un Whatsapp para reafirmarle que estuvo increíble, detente y controla esas ganas.
Según el experto, lo acostumbrarás a que tú eres la que lo busca y él no se tomará la molestia de hacerlo porque supondrá que en cualquier momento tú lo harás.
No lo dejes creer que te tiene «segura», toma el control del coqueteo no escribiendo mensajes hasta que él tome la iniciativa.
Y cuando esto suceda, sé la que termine la conversación, toma las riendas despidiéndote tú primero, así, aunque sólo estés descansando en tu sofá, le trasmitirás que eres una chica ocupada y solicitada.
3. No te extiendas
Aunque tu chico ya haya entendido que te gusta recibir sus mensajes sorpresa o se reporte al menos una vez al día, no hagas de este medio una correspondencia como si fueran cartas de ocho páginas.
Sea tu novio o tu conquista, da lo mismo, siempre intenta ser breve, sin escribir de manera monosilábica, fría y engreída. Sólo intenta no mandarle mensajes que parezcan pergaminos.
Ellos agradecen muchísimo leer ese «te amo, baby» en una sola página y no en cinco.